Durante el siglo XVII, el estadista francés, cardenal y duque Richelieu se apoyó en gran medida en los consejos y en la guía del ilustre fraile capuchino Leclerc du Tremblay (reconocido como la «eminencia gris» de Francia por el color de su hábito de monje) para gobernar de la mejor manera posible. Y no hay duda de que, al igual que el famoso cardenal, la tendencia de líderes modernos que recurren a sus «eminencias grises» para desarrollar aquellas habilidades de liderazgo que les permitan impulsar el crecimiento de su organización en un entorno cada vez más complejo, más dinámico y más competitivo va en aumento. Este tipo de eminencias, escasa no hace muchos años y relativamente común hoy en día, forma parte de una disciplina en pleno auge, conocida ampliamente como coaching ejecutivo.
El coaching ejecutivo es una poderosa herramienta de entrenamiento que no solo influye en el comportamiento del líder, sino que modifica sus procesos de aprendizaje y facilita el desarrollo de las habilidades críticas para la mejora de su desempeño, produciendo un impacto positivo y significativo en el desempeño general de su compañía. Este tipo de entrenamiento ganó popularidad en el mundo de los negocios no hace más de una década, cuando las empresas enfrentaban una escasez de talento y les preocupaba, por otra parte, la rotación constante que tenía lugar entre aquellos empleados con una posición de liderazgo clave. Su crecimiento también ha coincidido con la necesidad que tienen las organizaciones de contar con líderes que posean no únicamente capacidades técnicas, sino también habilidades blandas o soft skills, puesto que son fundamentales para la gestión de equipos de alto desempeño y, en este campo, los coaches ejecutivos son precisamente eminencias. En términos generales, lo que consideramos como coaching ejecutivo es una disciplina que combina las herramientas de la consultoría y psicología enfocadas al Desarrollo del Talento Humano.
A medida que el apoyo de un coach ejecutivo se ha hecho más común, las organizaciones se han distinguido por el nivel de competitividad alcanzado a partir del entrenamiento de sus líderes. Generalmente, una compañía decide entrenar a sus líderes para formar equipos de alto desempeño, facilitar una transición importante, frenar la rotación de personal, impulsar la productividad de la empresa en mercados sumamente complejos o, simplemente, desarrollar climas laborales efectivos.
Como industria relativamente joven, los fundamentos del coaching ejecutivo siguen evolucionando. Y aunque el acercamiento teórico y práctico de esta disciplina puede variar (y, por lo tanto, también el estilo del coach) la dinámica de intervención consiste, generalmente, en llegar a un compromiso personalizado para satisfacer las necesidades tanto del coachee como de la organización a la que pertenece. La mayor parte del tiempo, el coach y el líder llevan a cabo sesiones confidenciales en las que, mediante el diálogo continuo, se guía al coachee en el descubrimiento de aquellos patrones de conducta que limitan su desempeño y se exploran soluciones efectivas para resolverlos, desarrollando las habilidades necesarias para alcanzar los objetivos inicialmente establecidos de manera práctica y eficiente. Si bien la mayor parte del trabajo ocurre entre el coach y el coachee, ambos asumen la responsabilidad de rendir cuentas ante la organización (representada generalmente por la alta dirección y/o el área de recursos humanos), por lo que periódicamente se realizan mesas de diálogo para informar a las personas pertinentes sobre el progreso del líder, recibir feedback de acuerdo a las expectativas estipuladas y hacer modificaciones al plan original cuando sea necesario. Dado que uno de los objetivos principales del coaching ejecutivo es alinear las capacidades del líder con las metas de la compañía, el método de evaluación y monitoreo con que se mide el progreso del líder resulta fundamental.
Gran parte del éxito de la industria del coaching ejecutivo se debe a los resultados que ha generado y continúa generando en grandes organizaciones alrededor del mundo. Las empresas han reconocido que, en un mercado caracterizado por avances drásticos y constantes, contar con líderes capaces de formar equipos de trabajo de alto desempeño en diversos escenarios es un factor fundamental para mantenerse competitivas. En este sentido, el coaching ejecutivo responde a esta necesidad estimulando en el líder las siguientes habilidades:
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