LAS 3 RAZONES POR LAS CUALES DETESTA LOS FONDOS A CAPITAL PERDIDO

LAS 3 RAZONES POR LAS CUALES DETESTA LOS FONDOS A CAPITAL PERDIDO

Grupo Consultor EFE™
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Si ha decidido consultar este artículo después de leer el título, es muy probable que en el pasado usted haya terminado tan decepcionado de gestionar un fondo a capital perdido sin éxito que, a estas alturas, ya ni siquiera lo considera como una opción viable de financiamiento para sus proyectos de inversión a pesar de sus características, a las que denominamos “Ley del Triple Cero”: cero retorno de capital, cero costo financiero y cero fragmentación accionaria, que ninguna otra fuente de capital tradicional puede ofrecer.

Puesto que a ningún empresario le gusta perder su tiempo y, todavía menos, su dinero, tal vez tenga razón en ni siquiera considerar dichos fondos… En fin, nadie ha logrado ser exitoso dejándose llevar por las negativas, ¿cierto? Así que, en lugar de únicamente enlistar las tres razones por las cuales seguramente detesta los fondos a capital perdido, le explicaré también cómo hacerle frente a cada una.

Lo primero que debe de valorar es el contexto


Creo que uno de los principales problemas tiene que ver con el mito equívoco de que un fondo a capital perdido es simple y llanamente “dinero gratis”. Pues no. Un fondo a capital perdido es un “subsidio” otorgado por el gobierno federal para que, mediante acciones de orden económico, social, ambiental y de ordenamiento territorial se logren cumplir las metas del Plan Nacional de Desarrollo. Puesto de otra manera: el gobierno es incapaz de generar todos los impactos de desarrollo planteados, por lo que “subcontrata” a las empresas y les brinda los recursos necesarios para que estas contribuyan al desarrollo socioeconómico de la nación a través de sus proyectos empresariales.

De esta manera, si la iniciativa de inversión de su empresa tiene el potencial para generar impactos en materia de empleo, ventas, tributación, innovación, sociales y/o ambientales, etc., puede ser acreedora a un subsidio gubernamental. Si ninguna unidad empresarial solicita dichos recursos, estos regresan al gobierno, son reciclados y se frena el desarrollo socioeconómico del país.

La importancia de escoger el momento adecuado


Aquella famosa frase que dice “Hay un tiempo para dejar que sucedan las cosas y un tiempo para hacer que las cosas sucedan” no podría ser más acertada cuando se habla de solicitar un subsidio. Ya que el gobierno no puede, simplemente, repartir recursos a toda empresa con una buena iniciativa, el proceso de aplicación es una prueba larga y demandante: demanda preparar su proyecto, reunir los requisitos, darle seguimiento al mismo y financiarlo (como dijimos nada es gratis: la empresa debe aportar cierta proporción). Así que, para iniciar, valdrá la pena preguntarse: ¿Estoy “realmente” preparado para invertir?

Lo cierto es que el mercado no da vías rápidas: todo es una fórmula que requiere tiempo, esfuerzo, valor y utilidad, y sus proyectos se rigen bajo esta misma norma. De modo que, si no los planea detallada y estratégicamente, y si cree que lo único que se necesita para impulsarlos es capital, lo más probable es que los fondos no sean la mejor opción para usted. Pero si, en cambio, tiene una visión muy clara y objetiva desde el inicio, le resultará de lo más sencillo obtenerlos una y otra vez (porque sí, puede solicitar más de uno y en múltiples ocasiones). Y entonces sabrá que está listo.

El promotor correcto


Únicamente existen tres rutas (in)viables para incursionar en el mundo de los fondos a capital perdido: iniciativa propia, a través de algún ente de gobierno u organismo empresarial o mediante asesoría especializada. Y si su solicitud no tuvo éxito seguramente tiene que ver con algunos de los siguientes casos:

  1. Si lo hizo por iniciativa propia, sin saber tal vez demasiado sobre el tema y habiendo hurgado curiosamente en el amplio universo de los subsidios, quizás haya terminado abrumado y confundido, ocasionando que realizase su solicitud lleno de dudas e incertidumbre.
  2. Si, en cambio, lo hizo a través de una cámara empresarial y/o un organismo de gobierno, pudo darse cuenta que lo que a ellos les interesa realmente no es impulsar su desarrollo ni el de la nación; lo que a ellos les interesa es la simulación, una fotografía bonita para los medios y obtener su propio dinero, y seguramente le prometieron una liebre pero terminó con un triste y raquítico gato.
  3. Si tuvo una mala experiencia con un consultor, puede que haya experimentado dos de las siguientes cosas: su asesor le prometió algo demasiado bueno para ser cierto, lo mantuvo en la penumbra durante el proceso y tanto usted como él estuvieron a la espera de un golpe de suerte… o bien su asesor tenía “un conocido”, pero por razones cada vez menos creíbles al final no pudo lograr nada. Seguramente ambas opciones parecían, al principio, “rentables”, pero recuerde que, sobre todo en los negocios, lo barato siempre sale caro.

Por eso es importante, según sea el caso, hacerse las siguientes preguntas:

  1. Caso 1: ¿Hice bien mi investigación? ¿Consulté los más de 500 apoyos disponibles? ¿Elegí la convocatoria más adecuada? ¿Le dediqué el tiempo necesario? ¿Hice las cosas a tiempo para alcanzar la ventanilla? ¿Contaba con los conocimientos técnicos necesarios para que me aprobaran el recurso?
  2. Caso 2: Si es un recurso limitado ¿van a apoyarme a mí o a sus conocidos? ¿Tienen la capacidad de atender las necesidades para mi proyecto de gestión? ¿Tienen un interés real en apoyarme?
  3. Caso 3: ¿Debo pagar por los servicios o solo realizar un acuerdo por una comisión en caso de que el recurso se obtenga, sin compromiso serio? ¿Son especialistas en la materia u oportunistas? ¿Me entregaron un folio de solicitud o fueron puras promesas?

Si usted ya se ha llevado una decepción porque solicitó un subsidio con una concepción errónea desde el inicio, porque inició el proceso en un momento inoportuno o bien guiado por asesores con intenciones demasiado buenas para ser verdad, solo tiene que reconocer que, en todo caso, existe una solución y que solo ha perdido una pequeña batalla, pero no la guerra. El problema en sí no son los fondos, sino la forma en que son abordados, y en aras de la prosperidad de su negocio y del desarrollo socioeconómico de la nación debe tomarse la iniciativa y el control del proceso de gestión e implementación.

Si necesita asesoría, no dude en contactarnos a través de www.grupoconsultorefe.com

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